“Vino , historia, gastronomía “
Entre viñedos centenarios, bodegas legendarias y paisajes que transmiten serenidad, la Ribera del Duero alberga un tesoro que todo amante del vino debería conocer, su Milla de Oro. A lo largo de apenas unos kilómetros, se concentra una de las mayores densidades de bodegas de prestigio del país.
Cuando hablamos de la “Milla de Oro”, nos referimos a una concentración excepcional de calidad, prestigio y valor en un territorio relativamente reducido. En el corazón de Castilla y León, la provincia de Valladolid destaca como epicentro del vino español, al reunir cinco Denominaciones de Origen (Ribera del Duero, Rueda, Cigales, Toro y León) junto a tres Vinos de Pago ( Abadía Retuerta, Dehesa Peñalba y Urueña) . Una combinación única que ofrece al viajero la posibilidad de disfrutar una asombrosa diversidad de vinos y estilos en un espacio tan compacto y extraordinario.
Es precisamente en la D.O. Ribera del Duero, dentro de la provincia de Valladolid, donde se encuentra la célebre “Milla de Oro del vino”, un tramo de unas 15 kilómetros situados entre Peñafiel y Tudela de Duero, donde se busca la excelencia, sostenibilidad e internacionalización.
“Un paraiso para los amantes del vino”
Podemos afirmar que la “Milla de Oro del Vino”, término acuñado por los viajeros y amantes del enoturismo, es un auténtico paraíso para quienes buscan vivir el vino en su máxima expresión. En este privilegiado tramo de la Ribera del Duero se concentran algunas de las bodegas más prestigiosas de España, como Vega Sicilia, Tr3smano, Dehesa de los Canónigos, Pago de Carraovejas, Protos, Abadía Retuerta, Emilio Moro, Arzuaga, Matarromera o Dominio de Pingus, entre otras.
Para completar la experiencia, la zona ofrece una exclusiva selección de alojamientos con los más altos estándares de calidad, como Abadía Retuerta LeDomaine, Hotel & Spa Arzuaga, Castilla Termal Monasterio de Valbuena, AF Hotel Pesquera o el Castillo de Curiel. Y en el apartado gastronómico, el viajero puede disfrutar de restaurantes galardonados con estrella Michelin, como Ambivium (Bodega Pago de Carraovejas), Refectorio (Abadía Retuerta LeDomaine) o Taller Arzuaga (Bodega Arzuaga), además de antiguos molinos reconvertidos en templos del inconfundible lechazo asado de Castilla y León.
Ya había probado vinos de la Ribera del Duero, pero pudimos comprobar que es cierto lo que dicen, los vinos saben mejor cuando se catan en la propia bodega, y tuvimos la oportunidad de experimentarlo durante la visita a Bodega Tr3smano, donde en cada sorbo se capturaba la esencia del terreno. Sentir respeto al contemplar el olivo de mas de 1500 años que se alza entre las cepas, un árbol que superó imperios, guerras y generaciones enteras y aún sigue vivo.
Nos encontramos con las guardianas de la tradición gastronómica y del patrimonio histórico en el Molino de los Palacios, en Peñafiel, donde disfrutamos de un exquisito lechazo asado, mientras las vigas de madera y el ambiente del molino me transportaban a uno de esos cuentos de los hermanos Grimm, llenos de magia, misterio y encanto antiguo.
“Un viaje en el tiempo recordando a monjes y caballeros”
Quien diga que en Valladolid no hay barcos se equivoca, visitamos uno de piedra, encaramado sobre un cerro, guardián silencioso del valle del Duero desde hace siglos, que alberga en su interior el Museo Provincial del Vino. Disfrutamos de una cata excepcional, con la mejor selección de los vinos de la Ribera, en la sala de catas más histórica, ubicada en la parte baja del Torreón del Homenaje, un lugar que respira siglos de historia.
Viajamos aún más atrás en el tiempo, hasta 1143, cuando los monjes cistercienses desarrollaron extensos viñedos y perfeccionaron técnicas de viticultura, vinculadas a la fundación del Monasterio de Santa María de Valbuena. Hoy, el monasterio es sede de la Fundación las Edades del Hombre y alberga el Hotel Castilla Termal, un exclusivo alojamiento de cinco estrellas, perfecto para disfrutar de descanso y bienestar en un entorno histórico.
Para culminar nuestra inmersión en la “Milla de Oro del Vino”, visitamos otro ejemplo del compromiso y la pasión por el vino en la región, la Bodega Dehesa de los Canónigos, fundada sobre tierras históricas que pertenecieron al Cabildo de la Catedral de Valladolid. Allí pudimos disfrutar de una comida maravillosa que despertó todos los sentidos, destacando especialmente los exquisitos pinchos de lechazo a la brasa con sarmientos, un verdadero homenaje al sabor y la tradición de la Ribera del Duero.
Dos días llenos de experiencias y recuerdos, que nos supieron a poco, y que nos dejan con ganas de volver a la “Milla de Oro” para seguir descubriendo la excelencia de sus vinos, la pasión de sus bodegas y el esfuerzo incansable de la Diputación de Valladolid por fomentar el enoturismo y poner en valor este patrimonio único.
El vino es cultura.
