“Tintilla, levante y mar: así nace el vino en la Costa de la Luz”

Bodega etu

“Un viñedo con un microclima único”

Nos desplazamos hasta un viñedo muy especial, ubicado en Patría, una pedanía de La Muela, en el término municipal de Vejer de la Frontera. Este rincón del sur representa el sueño hecho realidad de una pareja alemana que decidió cambiar el estrés de la ciudad por la serenidad del campo. En este entorno natural, desarrollaron una hectáreas de viñedo ecológico, donde la biodiversidad florece de forma extraordinaria. Allí nace la Bodega Etú, un proyecto vitivinícola tan singular y auténtico como el paisaje que lo rodea.

Ute Mergner, diseñadora de interiores, y su marido Hans Nerlinger, arquitecto, decidieron hace 25 años dejar atrás el estrés de Múnich para buscar una vida más tranquila en el campo. Tras recorrer el mundo en busca del lugar ideal, concluyeron que su destino debía estar en Europa y, específicamente, en algún rincón con mar. Evaluaron opciones en Portugal, Italia y distintas regiones de Andalucía, ya que Ute prefería la península a las Islas Canarias o Baleares. Finalmente, fue durante un viaje a la provincia de Cádiz , en plena Feria del Caballo de Jerez, cuando sintieron que habían encontrado su lugar.

Ute nos cuenta que la bodega nació de su profundo deseo de estar rodeada de vida en el campo. Tras la temporada de floración de los girasoles, el paisaje quedaba inerte, y sentía la necesidad de mantenerlo vivo durante todo el año. Así nació la idea de plantar viñedo, un cultivo que no requería grandes necesidades hídricas. Para dar forma a su proyecto, buscó el asesoramiento de Chano Aragón, director de Bodegas Manuel Aragón, quien la orientó en el inicio de esta aventura singular.
El entorno que rodea sus viñas es simplemente espectacular. Desde allí se divisa el mar, la playa de El Palmar y un horizonte abierto al Atlántico. El viñedo se asienta en un enclave privilegiado, bañado por un microclima único que combina la calidez del sur con la brisa fresca del océano.

Ute nos relata lo complicado que fueron los inicios cuando plantaron los porta injertos de la viña, empezaron con la carbernet sauvignon , syrah y tempranillo, pasaron cinco años hasta que comprobaron que funcionaba y continuó con sauvignon blanc, merlot, y tintilla de rota, con la experiencia determinaron quitar las especies de cabernet sauvignon y tempranillo.

Nuestra anfitriona nos explica que, gracias a la influencia del Atlántico y a las características del suelo, los vinos que elaboran presentan una acidez natural muy marcada. La viña está situada en una ladera, lo que favorece su ventilación, el viento de levante les aporta la sequedad necesaria para compensar la intensa humedad que les transmite el poniente, creando un equilibrio ideal. Apenas tienen problemas de plagas, salvo alguna incidencia puntual de mildiu u oídio, y el ataque de aves cuando las uvas alcanzan su punto de maduración, siendo necesaria la instalación de redes para evitar estos daños, protegen. Durante el recorrido por el viñedo, nos llama la atención la extraordinaria salud de las hojas, que lucen verdes, vigorosas y sin rastro de enfermedades. También destaca la altura de las cepas, diseñada para mantenerlas alejadas de la humedad que se acumula en la zona durante las mañanas y facilitar la vendimia. 

Una vez recolectadas, las uvas pasan por una mesa de selección, donde se eliminan las hojas y los racimos que no estén en perfectas condiciones. Tras esta primera criba, se procede al prensado y a la fermentación en depósitos de acero inoxidable, instalados en el interior de un contenedor marítimo acondicionado con equipos de frío para controlar con precisión el proceso.

“una bodega integrado en el entorno”

La bodega y la zona de producción están conformadas por cuatro contenedores marítimos enterrados, que se integran de manera impecable con el entorno natural. Este diseño, claramente marcado por la visión de Hans, resulta sorprendente por su originalidad y la armonía que guarda con el paisaje que nos rodea. En su interior, se encuentran los barriles de roble francés, donde los tintos del año permanecen en crianza hasta su paso a botella, así como el espacio destinado a la evolución del vino una vez embotellado.

Estar en Bodegas Etú permite comprender hasta qué punto se trata de una producción artesanal y de una implicación profundamente personal en cada botella. Los vinos de la bodega solo se ofrecen en restaurantes que previamente han visitado la bodega y han conocido de primera mano todo lo que hay detrás de su elaboración, el trabajo, la filosofía y la conexión con la tierra.

Además del proyecto vitivinícola, la finca cuenta con varios alojamientos rurales distribuidos por la propiedad, que les proporcionan ingresos económicos complementarios. El vino, en cambio, les ofrece una recompensa emocional, la posibilidad de conectar con personas, conocer gente interesante y sentirse parte de una comunidad. Ute se siente orgullosa de su labor y de haber contribuido a que Vejer comience a ser reconocido también por sus vinos.

“Una cata con recuerdos al terroir”

En la parte final de la visita, nuestra anfitriona nos agasajó con una cata de sus vinos, comenzando por el monovarietal de sauvignon blanc 2024. Un vino muy aromático, con notas herbáceas y salinas, y una acidez vibrante que le aporta frescura y carácter. Su elaboración, de mínima intervención, permite expresar con sinceridad la identidad de la variedad y del terroir.

A continuación, nos ofreció su rosado de tintilla de rota 2024 (70% tintilla, 30% syrah), que en un primer momento nos recordó a un clarete por su color y estructura. Presenta notas de fresa y frambuesa, y una acidez refrescante marcada por el terreno, que lo convierte en un rosado delicioso y muy disfrutable.

Pasamos al vino tinto y catamos Sonrisa 2023, un coupage elaborado a partir de las  variedades tintas cultivadas en el viñedo, tintilla de rota, merlot y syrah, con un toque de petit verdot. El resultado es un tinto muy aromático y expresivo, que mantiene la línea de la bodega: vinos equilibrados, frescos, con acidez marcada y taninos suaves.

Para cerrar la cata, tuvimos el privilegio de probar el Tintilla Rosado, un vino naturalmente dulce elaborado con uvas de tintilla de Rota. Se trata de un vino goloso pero equilibrado, con notas de fruta roja compotada, muy fragante, que sorprende por su frescura y su fina acidez, que contrarresta perfectamente el dulzor sin resultar empalagoso. Como bien nos dijo Ute, “es un vino dulce para quienes no les gustan los vinos dulces”. Y lo cierto es que nos dejó absolutamente cautivados. 
Tampoco podemos dejar de mencionar los espumosos que elabora la bodega, ni el exclusivo vino tinto SON, una edición especial que se embotella únicamente en aquellas añadas en que alguna de las variedades tintas destaca de forma excepcional. 
Tras recorrer cada rincón de Bodegas Etú, comprender su historia y saborear sus vinos, no podemos evitar sentirnos profundamente afortunados de haber experimentado la magia del lugar, de ese viñedo enclavado entre el mar y las lomas, donde la tierra, el viento y el esfuerzo humano se entrelazan con armonía. Es fácil entender por qué, en un entorno así, personas como Ute Mergner que persiguen un sueño y le entregan el corazón, terminan elaborando vinos con alma, con verdad, con sentimiento.

El vino es cultura.

Hola, 👋
Encantados de conocerte.

Regístrate y no te pierdas las nuevas entradas del blog.

¡No hacemos spam! Lee nuestra política de privacidad para obtener más información.